«Agotadas». Cuando lo que parece solo cansancio, en realidad oculta algo más
Sobre cómo conciliar la urgencia femenina de construirse una «Una mansión propia», las necesidades de nuestro sistema nervioso y las exigencias insaciables del sistema.
Esta semana os estaba escribiendo un post sobre Cómo me convertí en la Coach mejor pagada de España que he decidido posponer porque el cuerpo así lo ha decidido.
Ayer me levanté, cogí mi bolso del yoga y me monté en el coche para dejar a los niños antes de ir a clase.
Me encontraba regular: me había despertado en medio de la noche con una náusea extraña, pero decidí continuar. Al fin y al cabo, soy la nueva del grupo y hace poco que he decidido retomar la práctica con asidiudad.
Al principio de la clase, Inma, la instructora, preguntó:
«¿Algo que queráis comentar antes de que empecemos? ¿Alguna molestia, alguna incomodidad que debamos conocer para adaptar la sesión?».
Todas negamos, incluida yo.
Para ser sinceras, me encontraba mal, pero tampoco podía imaginarme lo que vendría después. ¿Cómo iba a imaginarlo?
En fin. No estaba bien.
Y escucha:
Creo que necesitamos hablar de esto.